El barquero ignorante

RemandoSe trataba de un joven erudito, arrogante y engreído, que para cruzar un caudaloso río de una a otra orilla alquiló una barca. Silente y sumiso, el barquero comenzó a remar con diligencia. De repente, una bandada de aves surcó el cielo y el joven preguntó al barquero:

-Buen hombre, ¿has estudiado la vida de las aves?

-No, señor -repuso el barquero.

-Entonces, amigo, has perdido la cuarta parte de tu vida.

Pasados unos minutos, la barca se deslizó junto a unas exóticas plantas que flotaban en las aguas del río. El joven preguntó al barquero:

-Dime, barquero, ¿has estudiado botánica?

-No, señor, no sé nada de plantas.

-Pues debo decirte que has perdido la mitad de tu vida -comentó el petulante joven.

El barquero seguía remando pacientemente. El sol del mediodía se reflejaba luminosamente sobre las aguas del río. Entonces el joven preguntó:

-Sin duda, barquero, llevas muchos años deslizándote por las aguas. ¿Sabes, por cierto, algo de la naturaleza del agua?

-No, señor, nada sé al respecto. No sé nada de estas aguas ni de otras.

-¡Oh, amigo! -exclamó el joven-. De verdad que has perdido las tres cuartas partes de tu vida.

Súbitamente, la barca comenzó a hacer agua. No había forma de achicar tanta agua y la barca comenzó a hundirse. El barquero preguntó al joven:

-Señor, ¿sabes nadar?

-No -repuso el joven.

-Pues me temo, señor, que has perdido toda tu vida.

Cuento hindú. Anónimo.

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16 respuestas a El barquero ignorante

  1. Piruja dijo:

    Hola, muy bueno, de nada le sirvió mofarse del barquero y a la hora de tener que nadar no saber, nadie es perfecto.

    Besos.

  2. Ligia dijo:

    Yo hubiera escrito otro final para ese cuento… podía haber sido ignorante y a la vez tener buen corazón para salvar al arrogante y engreído que no sabía nadar…
    Abrazos

    • unjubilado dijo:

      -Ligia- Haciéndote caso voy a publicar otro final.
      El joven erudito, tenía miedo de contaminarse por cualquier elemento patógeno que pudiera tocar y su afán era lavarse constantemente las manos para evitarlo, así que se subió a la barca con ellas todavía mojadas y con rastros de jabón.
      Cuando se empezó a hundir la barca, el remero apiadándose de el le echó una mano para que se pudiera apoyar en la barca recién volcada y cual no sería su sorpresa que se le escurrió entre las manos, el exceso de jabón hizo que el pobre barquero no pudiera hacerse con el y el joven se fue al fondo como una piedra.
      ¿Te gusta este final?
      Abrazos

  3. Una mirada... dijo:

    Muy expeditivo el medicamento contra la altivez del jovenzuelo, ¿no? Los antiguos hundúes no se andaban con pamemas a la hora de instruír en la humildad.

  4. mjesus dijo:

    No me considero…….. pero ante esta dulce criatura, mi deseo final debia de ser, cuando la barca hacia agua, pregunta, ¿sabes nadar?, dice no, pues adios yo si, pero solo para salvarme yo, es cruel esto, pero coño ya vale, que igual todo no es saber yo que se, la vida tiene muchos capitulos
    Nunca pude con esas personas tan humilantes, vale es un cuento, pero todos dias, se ven lindezas, dificiles de digerir
    un abrazo

  5. Genín dijo:

    ¡Estupendo!
    Salud

  6. Tawaki dijo:

    La prepotencia choca pronto con algún muro que la devuelve a la realidad.

    • unjubilado dijo:

      -Tawaki- La prepotencia en la actualidad no es buena consejera, inmediatamente se le echan todos encima para tratar de demostrar que aunque se conozca demasiado de un tema, le faltan muchas cosas para dominar el resto de conocimientos.

  7. Sara O. Durán dijo:

    Sí… mejor que se ahogue 🙂 Claro, es broma…
    Podría aplicar el dicho «por la boca, muere el pez».
    Besos.

    *Poniéndome al corriente con tu blog, que estuve alejada algunos días de esta actividad.
    No te comentaré en todas, para no darte lata. Pero aquí ando.

    • unjubilado dijo:

      -Sara O. Durán- Como es un cuento, podemos hacer con el lo que nos de la gana.
      Gracias por tus comentarios, espero que tus problemas se hayan solucionado satisfactoriamente.
      Besos.

  8. Conozco esa historia lo suficiente para haber pensado una objeción.
    El barquero era tan ignorante que no sabía como manejar la barca, tanto que no pudo evitar que se llenara de agua. Y su ineficiencia perdió la vida del erudito.
    Una falta de responsabilidad.
    O sea que la conclusión sería: Hay que tener cuidado con los ignorantes.

    • unjubilado dijo:

      -El Demiurgo de Hurlingham- Podría ser, sin embargo, o era la primera vez que le pasaba, cosa que dedicándose a barquero no era muy probable o tenía mucho dinero para ir reponiendo barcas según se le iban hundiendo.

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