Las sillas vacías

«Tu familia no es más o menos por tener mayor número de sillas ocupadas y más platos llenos. Quizá lo que vale es que en esa mesa solo haya sonrisas sinceras y manos que se agarran, de verdad, para saltar juntas a un nuevo año», esto escribe la autora Ana Veiga.

Las sillas vacías

Cuando eres pequeña, en la mesa de Fin de Año suele haber siempre el mismo número de sillas. Es como un ritual donde cada uno de esos asientos representa el papel que esa persona juega en la casa, donde sabes a quién sentar a tu lado, quién debe tener cerca el marisco, quién prefiere una salsa o quién es mejor que no tenga cerca el vino. No lo cuestionas, simplemente es así, has nacido con ello. Lo sabes.

Años después, las primeras sillas empiezan a quedar vacías, las certezas se convierten en dudas y algo en ti se rompe. No es solo una cuestión de rutinas, por supuesto, aunque no negaré que también. Es una especie de balance del año donde acabas viendo a quién has perdido por el camino. Es doloroso decir adiós, y más aún mirar hacia delante sin que esa persona que tanto querías te dé la mano.

Después, sigues creciendo, y el juego de las sillas empieza a tener lugar. No es que entren y salgan personas cada año pero sí es cierto que se añaden parejas y se restan familiares lejanos sin que ello toque el núcleo duro de esa cena.

Sin embargo, a veces, en algunas casas, un lugar de esos que parecían inamovibles se queda vacío. Esa persona desaparece de tu vida porque decides que así sea, porque piensas que tú también mereces ocupar un espacio sin sentirte agredida, sin pensar que debes hablar bajo, comer lento, no hacer ruido. Hay personas que solo hacen daño, aunque tengan tu sangre. Se van (las echas) y vives primero el duelo que supone afrontar ese dolor que no se había digerido cuando se vivió. Pasas luego por una especie de alivio, una falta de peso, un respirar tan profundo como no recordabas desde hacía mucho tiempo. Y sueltas la tensión acumulada. Ese es el momento en que comprendes que nadie es imprescindible, que los cambios regeneran y que no hay espacios inalterables.

Y de golpe y porrazo parece que la noche es más ligera, que en la mesa se ríe más y que esa silla ahora liberada de su dueño era la que más pesaba, la que más dolía. Que alguien que hace daño a quien debería querer no tiene por qué tener un espacio reservado. Que las sillas se ganan y, en ocasiones, se pierden. Y que está todo bien. Que tu familia no es más o menos por tener mayor número de sillas ocupadas y más platos llenos. Que quizá lo que vale es que en esa mesa solo haya sonrisas sinceras y manos que se agarran, de verdad, para saltar juntas a un nuevo año.

Que las sillas seguirán yendo y viniendo. Habrá tronas pequeñas para los nuevos y asientos mullidos para los que están a punto de marcharse de este mundo. Pero que quizá solo necesitas que cada una de las personas que se siente no lo haga encima de la dignidad de otra. Solo así podrás desear(te) un feliz año creyendo que lo será.

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16 respuestas a Las sillas vacías

  1. bisílaba dijo:

    Pues tiene razón Ana Veiga!
    Y el abuelito de esa foto tan significativa…. me produce mucha ternurilla.
    Abrazo y Feliz Año Nuevo, Jubi

  2. Frajayo dijo:

    Es el transcurrir de los años los que marcan nuestras vivencias en este pícaro mundo, las sillas están bien para sentarse, nada más; eso sí, son nuestros actos los que deben merecer un asiento «prioritario» por habérnoslo ganado. ¡Feliz 2023!

    • unjubilado dijo:

      -Frajayo- A nuestra edad, ya nos tenemos ganado una silla en sitio preferente, triste destino ya que con mayor probabilidad son las que antes se quedarán vacías.
      Feliz Año 2023.

  3. Susana dijo:

    Yo ahora preciero el número mínimo de sillas. Un beso

    • unjubilado dijo:

      -Susana- En ocasiones es mejor estar solo que muy acompañado.
      He cambiado el mal por muy y es que a determinadas edades el exceso del número de comensales es una carga excesivamente grande.
      Un beso

  4. Sara O. Durán dijo:

    Yo pido por que en tu casa, siempre estén las sillas ocupadas por todos quienes amas y te aman.
    ¡Feliz año! Y va mi primer abrazo.

  5. Piruja dijo:

    Hola, totalmente de acuerdo con el escrito, vale mas tener poquitas sillas ocupadas por personas que de verdad nos quieran y no muchas sillas con personas que solo saben hacer daño escudándose en ese mal llamado amor posesivo, maltratadores…
    Feliz año nuevo.

    Besos.

    • unjubilado dijo:

      -Piruja- Dicen que » Las cosas valiosas ocupan poco espacio» o también «Las mejores esencias van en frascos pequeños», así que también podemos aplicar en este caso los dichos y diríamos «Más vale poco y bueno, que mucho y malo» ya que es preferible la calidad a la cantidad.
      Feliz año nuevo.
      Besos

  6. Hace un rato, le he contestado a bisílaba en mi blog que, a mi edad, los cambios siempre son pérdidas, sillas vacías ahora.

    • unjubilado dijo:

      -Senior citizen- Perdón ¿A tu edad? ¿A la mía? No.
      A la mía, no puedo hablar por ti, en determinadas circunstancias podría necesitar alguna silla más o mejor alguna trona y sin embargo pese a mis tres hijos, las sillas no aumentan, aunque «pronto» empezarán a disminuir.

  7. Magda dijo:

    La imagen es de la película de animación «Up», preciosa película y fantástica historia. En ese momento el protagonista ha repasado el álbum de fotos y recordado a su fallecida esposa… Maravillosa escena.

    Feliz 2023, una agenda llena de incógnitas.

    • unjubilado dijo:

      -Magda- Efectivamente, observo que eres una buena cinéfila.
      Al buscar una imagen para el post, no me gustaba ninguna, pero esta es la que más se aproximaba a lo que yo quería, además no fotografiaba a una persona real, por ello la subí al blog.
      Feliz 2023, espero a los Reyes, por ver si tengo suerte y me traen carbón, que con lo cara que está la energía…

  8. Cierto. Las sillas van y vienen, aumentan o se reducen. Pero en el pensamiento no hay huecos porque quienes un día ocuparon físicamente un espacio alrededor de la mesa, mantienen su lugar en la memoria. Vamos y venimos; un dia seremos historia; quizás, entonces, alguien nos recuerde y, por un instante, nos devuelva a la vida.

    • unjubilado dijo:

      -Una mirada…- En mi casa las sillas se irán vaciando y el apellido Gil desaparecerá, quizás en algún momento como muy bien dices, alguien hará mención de nosotros y por esa alusión, momentáneamente volveremos a estar en el espíritu de los reunidos.

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