La vida a bordo de un submarino

Reportaje de Miguel González -Corresponsal diplomático y de Defensa de EL PAÍS

Varios tripulantes sincronizan sus relojes

Varios tripulantes sincronizan sus relojes

Una ducha, dos retretes y 100 metros cuadrados para 66 personas. Un lugar donde cada uno conoce al otro mejor que a sí mismo. Lo bastante para confiarle tu vida, pues no cabe una segunda oportunidad si alguien falla. Bienvenidos al submarino Mistral.

Aquí se viene llorado, porque no hay donde llorar a solas”. Con la presteza que da haberlo hecho un millón de veces, la sargento primero Rebeca Sánchez se descuelga cinco metros por un agujero no mayor que una alcantarilla. Abajo bulle ya una actividad frenética, mientras en cubierta varios marineros se preparan para soltar amarras.

Esta zamorana de 35 años es una de las seis mujeres que viven cuatro meses al año en El Tubo, como se le llama familiarmente. Si estuviera en tierra firme, sería un zulo o un piso patera. Como navega sumergido, es el Mistral, uno de los tres submarinos S-70 de la Armada española.

En menos de 100 metros cuadrados habitables, compartiendo una ducha y dos retretes, conviven 66 personas. La mayor distancia que se puede recorrer a bordo son 50 pasos, de un extremo a otro de un pasillo de medio metro de ancho. Cada vez que te cruzas hay que ceder el paso, echarte a un lado o pasar de canto. Esquinas y salientes están forrados de gomaespuma (“chichoneras”) para amortiguar los inevitables golpes.

Se trata de un ejercicio. Como el alarmante grito de “¡Hombre al agua!” cuando Óscar (un muñeco que se ha bañado en los siete mares) salta por la borda. “¡Avante 6!”, el submarino gira a toda máquina sobre sí mismo mientras un oficial anima al supuesto náufrago con un megáfono (“¡Aguanta! ¡Vamos a por ti!”) y otro calcula cuánto tiempo le queda (según la temperatura del agua) para morir de hipotermia.

Los 15 alumnos de la Escuela de Submarinos que completan el pasaje durante esta patrulla de 24 horas siguen la escena con semblante grave. La ficción de hoy puede ser su realidad de mañana.

Los tripulantes no se ponen de acuerdo sobre a qué huele el submarino tras semanas de navegación: “A espacio cerrado. A humedad herrumbrosa. A gasóleo. A humanidad”. Todo condimentado con efluvios del menú del día por más que el cocinero haga malabarismos para evitar asados y fritos.

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25 respuestas a La vida a bordo de un submarino

  1. Qué valor !!! Desde luego hay profesiones para las que hay que valer.

  2. Uf, qué claustrofobia.

    • unjubilado dijo:

      -Una mirada…- ¿Claustrofobia? Hace cinco o seis años estuve un par de meses con miedo de subirme al ascensor de mi casa, el motivo, que una de las veces desde el cuarto piso donde vivo, se cayó a plomo el puñetero, yo ya había encogido las piernas para tratar de amortiguar el golpe, son seis pisos,ya que se encuentra con una planta diáfana y el garaje, en el primero o en la planta baja baja, dio un brusco frenazo y paró de golpe, allí tuve que aguantar un buen rato hasta que me vinieron a sacar.

  3. Ester dijo:

    deben tener un buen entrenamiento, cuando lo vemos en la películas nos hacemos una idea pero vivirlo y durante tanto tiempo me parece muy duro, yo sería incapaz de estar en un espacio tan reducido y sabiendo que no puedo asomarme a tomar el aire. Interesante esta entrada. Abrazos

    • unjubilado dijo:

      -Ester- En las películas, aparecen submarinos donde la sala de control, parece un salón de una casa enorme y «Arriba el periscopio, abajo el periscopio…» y allí la gente se mueve como en un campo de fútbol.
      Abrazos… ¡Huy que codazo me he dado con el suboficial de máquinas!

  4. Frodo dijo:

    Hay que tener mucha vocación para esto.

    No se si sabías de la noticia, pero hace un año y medio el submarino ARA San Juan desapareció en el mar Argentino en un viaje de Ushuhaia a Mar del Plata con 44 tripulantes. Extrañamente recién justo cuando había pasado un año lo encontraron a 900 metros de profundidad.

    Abrazo jubi!

    • unjubilado dijo:

      -Frodo- Si, lo conocía, pero incluso ahora en esta noticia si la leyéramos completa dice: Por debajo de 450 metros, el casco resistente (el tubo interior de acero que protege a la tripulación y a todos los equipos) no soporta la presión exterior y colapsa. Implosiona y se deforma. Es lo que le ocurrió al submarino argentino Ara San Juan, que desde noviembre de 2017 yace en el Atlántico Sur, convertido en sarcófago de sus 44 tripulantes, a 907 metros de profundidad. En aguas próximas a Cartagena, el fondo está a 2.000.
      El artículo es mucho más completo y sigue La peor catástrofe de un submarino español en tiempo de paz ocurrió el 27 de junio de 1946. Durante unas maniobras, el submarino C4 emergió ante la proa del destructor Lepanto, que lo arrolló y lo partió en dos. Sus 44 tripulantes siguen en el fondo del mar, a 13 millas del puerto de Sóller (Mallorca).
      Un abrazo

  5. Eso es casi como una resonancia magnética que dure muchos días en vez de un rato.

  6. Jesus dijo:

    Cuando de pequeño me preguntaban que quería ser de mayor, contestaba capitán de submarino. Me sería imposible vivir como lo cuentas-

  7. Piruja dijo:

    Hola, ufff hace unos años fui a la isla de Tabarca y al venirnos por la tarde había un pequeño submarino de esos para ver el fondo marino y vamos, ni regalándome el viaje me meti en algo totalmente cerrado, me da algo si me meto en un submarino tan pequeño y bueno aunque sea grande, no cierro ni la puerta de la habitación:), no soporto los espacios cerrados.

    Besos.

    • unjubilado dijo:

      -Piruja- ¿Que no viste Tabarca en submarino? No te preocupes yo te la enseño, y si en algún momento sientes claustrofobia, puedes salir a respirar aire puro abriendo la compuerta del submarino, te prometo que a ti, no te pasará nada.
      Si te atreves, puedes coger un dentón con la mano, no te morderán.
      Besos

  8. Sara O. Durán dijo:

    Ha de ser terriblemente claustrofóbico. Me ahogo de sólo imaginar.
    Un abrazo.

  9. Ligia dijo:

    Quita, quita…yo hay cosas que no podría soportar, así que son de admirar las personas que pueden hacerlo. Abrazos

    • unjubilado dijo:

      -Ligia- Es cierto, yo también trato de buscar espacios abiertos y eso de encerrarme en un tubo de dentífrico que además se puede hundir, no va conmigo.
      Abrazos

  10. Genín dijo:

    La verdad es que no tengo vocación de sardina… 🙂
    Salud

  11. Faerie Glen dijo:

    No todo el mundo vale para estar cuatro meses ahí.
    Y lo primero que me viene a la mente es la posibilidad de que alguien se empiece a agobiar al cabo de un tiempo. Las reacciones humanas, a veces tan impredecibles, no congenian con esas dimensiones y condiciones.
    Yo no podría. A priori, no tengo claustrofobia al sentirme ahí abajo «encerrada» pero un rato está bien….¡¡cuatro meses!! para mi, no.

    Un beso, Jubi.

  12. Tawaki dijo:

    No podría llevar ese tipo de vida, lo que da más mérito si cabe a quienes se sacrifican para que podamos vivir en paz. Un aplauso de mi parte para ellos. Si no la has visto, te recomiendo la película Das Boot (El submarino), la mejor con mucho de este tipo de naves.

    • unjubilado dijo:

      -Tawaki- No he visto la película, y acabo de ver que está en la red en español, es un poco larga, pero la veré… eso si, sin sumergirme y saliendo a respirar aire puro, cuando se me anquilosen las piernas.

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